domingo, 15 de enero de 2012

La oligarquía bizantina y su relación con el poder

Hola a todos,

Bizancio, obviamente, recogió del imperio romano tardío toda su estructura política, organizándose inicialmente como una jerarquía en la que la cúspide estaba representada por el emperador, representante de Dios en la tierra. El gobierno civil y fiscal se cedía a los prefectos del pretorio, cuyas amplias áreas de actuación estaban divididas en diócesis y provincias. En ellas, los grandes terratenientes se encontraban en continua lucha con el afán recaudatorio del estado, así como en pugna con el propio emperador, por los repetidos intentos de éste por limitar el poder de la aristocracia, algo que sólo podía ser contenido cuando la persona que se sentaba en el trono era un 'hombre fuerte', como pudo ser Justiniano. La iglesia, por otro lado, tanto por su situación como poseedora de un gran número de tierras, como por su implicación en la propia política del estado, era uno de los actores más poderosos dentro de la estructura del imperio bizantino. A fin de cuentas, el emperador era sustentado por Dios, lo que le obligaba a mantener la ortodoxia en sus dominios si no quería ser tachado de hereje. Sin embargo, a diferencia de la oligarquía, la iglesia no trataba de romper las riendas que le sujetaban al estado, más bien al contrario, intentaba que el estado alineara su actuación en beneficio de la ortodoxia.

En cualquier caso, esta estructura se transformó de manera radical entre los siglos VI y IX, por una serie de motivos, el más importante de los cuales fue la invasión musulmana de gran parte de los territorios de la antigua Bizancio. En apenas 12 años se perdió la mitad de los territorios del imperio y, dado que eran los más poblados, con ellos desapareció más de dos tercios de la antigua población bizantina.

Uno de los efectos de este tremendo golpe fue la ruralización del imperio. Hasta el momento, Bizancio había mantenido mucho mejor que la parte occidental la preeminencia de sus ciudades. Pese a que ninguna alcanzaba el tamaño de la capital, existían grandes centros urbanos, como Alejandría o Antioquía. Con la conquista árabe no sólo se perdieron muchas de esas ciudades, sino que las restantes urbes de Asia Menor perdieron población debido a los ataques, sobreviviendo sólo aquellas que tenían importancia estratégica o religiosa. Constantinopla se convirtió en una isla en medio de un mundo rural.

Dentro de esta ruralización, las élites aristocráticas, cuyas grandes posesiones en tierras les daban acceso a enormes recursos y población, comenzaron a desentenderse del estado y a caminar de manera independiente. Esta independencia se afianzó con dos aspectos importantes, la creciente sumisión de los agricultores a los dueños de la tierra y, por otro lado, el derecho concedido por el estado en el siglo XI a recibir los impuestos recaudados en algunos distritos a cambio de su contribución militar. A diferencia de lo ocurrido durante gran parte de la historia de Roma, los intereses de la élite dominante y del estado comenzaron a divergir en Bizancio. Los terratenientes buscaban incrementar sus rentas y posesiones, usurpando para ello el papel del estado en la recolección de recursos de los agricultores, al tiempo que solicitaban exenciones de impuestos a cambio de su contribución a la defensa. El estado, por su parte, entró en un círculo vicioso. La falta de recursos económicos ponía en peligro la continuidad del esfuerzo militar, por lo que recurría a la nobleza, la cuál, a su vez, solicitaba más exenciones y derechos a cambio de su ayuda, lo que implicaba un nuevo recorte de los recursos del estado.

El fin de esta espiral llegó a finales del siglo XI y comienzos del XII, cuando la familia Comneno alcanzó el poder con Alejo I. En este punto, el estado pasa a ser controlado por una de las propias familias terratenientes. De este modo, el interés del estado y el de los nobles comienza a converger de nuevo, logrando una unión de intereses que mantendrá en pie (aunque con pies de barro) al imperio hasta la invasión de los cruzados en 1204.

Un saludo

3 comentarios:

Coriolis R. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Coriolis R. dijo...

Buenas,

parece que el feudalismo bajo el prisma bizantino, le costó caro al imperio.

Uno nunca sabe que es mejor. Un imperio fuertemente centralizado requiere mucha burocracia lo que le hace lento para adaptarse a los cambios y responder a los problemas urgentes.

Un imperio muy descentralizado puede terminar desmembrándose desde el momento en que una región decide que no necesita una "cabeza pensante" en una capital lejana.

Tal vez la segunda opción sea la peor posible, como sin duda celebrarían los árabes preparándose para el festín que iban a saborear.

Esto me recuerda un poco a "Canción de hielo y fuego". Ya sabeis, "Juego de Tronos" y todo eso. Multitud de facciones luchando entre ellas. Traiciones, sexo y violencia. Leí la primera novela y estoy viendo la serie ahora, aunque no llego a los extremos de los fans de la película.

¿Qué tiene que ver Juego de Tronos con Bizancio? Pues un poquito sí que tiene que ver.

Son tantas las civilizaciones, lugares y acontecimientos representados en la saga de George R. R. Martín que no dudo que alguna inspiración tuvo que sacar de Bizancio.

Cito de la Wikipedia.

"[Tyrion Lannister] Nombrado Mano del Rey, ejerció el cargo en desembarco del Rey, iniciando una campaña de mejora de la administración y lucha contra la corrupción, además de preparar la ciudad para su defensa en caso de ataque por parte de Stannis Baratheon. Construyó una **cadena de hierro** para bloquear la desembocadura del río Aguasnegras, y ordenó la elaboración de grandes cantidades de **fuego valyrio**"

Si eso no es bizantino, yo soy un guardia de la noche.

Saludos.

Salvador Felip dijo...

Hola Coriolis,

En efecto, todos los sistemas tienen sus inconvenientes, pero la feudalización es muchísimo peor que el centralismo. Por mucho que se quiera ahora revalorizar la Edad Media y eliminar su mote de 'época oscura', no tiene ni comparación esa época en el mundo occidental con el esplendor de la Roma clásica (centralizada) o con el posterior de los estados modernos (centralizados)

Los reinos de taifas siempre han sido el ideal de la oligarquía, sitios donde cada despotilla venido a más puede exprimir tranquilamente al pueblo sin responder ante nadie, el famoso 'café para todos', que donde se dice todos, quiere decir todos los dirigentes, porque a los que estamos abajo sólo nos llega el derecho a pagar.

Canción de hielo y fuego es una serie de libros que tengo ganas de leer, pero aún sigo con los de la serie Roma (voy por el cuarto) por lo que me va a llevar un tiempo hincarles el diente. Pero todo llegará.

Un saludo