sábado, 26 de marzo de 2011

La importancia de un puesto

Hola a todos,

La entrada de hoy no es especialmente alegre, básicamente sirve para anunciar que El sueño de Justiniano ha llegado al final del recorrido.

Durante los últimos días el libro ha ido desapareciendo poco a poco de los mejores puestos en librerías y grandes almacenes, manteniéndose sólo en unas pocas mesas (algún Corte Inglés de Madrid, Alcampo y poco más) Y este cambio de ubicación, de la mesa de novedades a la librería, marca el punto de inflexión de las ventas de cualquier novela.

Hace unos días, comentaba en un correo con un compañero de Argentina, también escritor de novela bizantina, la importancia del puesto en el que se coloca una novela. Haciendo cálculos con El ocaso de Bizancio, los valores aproximados de ventas el primer año eran de un 95% de los libros vendidos en los primeros 2-3 meses (mientras estaba en las mesas) y el 5% restante es lo que vendes una vez que pasas a la estantería (libro de canto, de forma que sólo lo compran los que van expresamente a por él)

Esta fatídica estadística me demuestra que no sólo basta con publicar, sino que, si quieres poner una pica en el Flandes de las letras, debes hacerlo con una editorial de prestigio que te garantice un puesto en la zona destacada de librerías y grandes superficies, porque fuera de eso el mundo es muy, pero que muy pequeño.

En cualquier caso no tengo motivos para quejarme. A fin de cuentas, este momento tenía que llegar, y no puedo dejar de lado que he logrado una segunda edición y una buena subida de ventas respecto a mi primera novela, pero no puedo negar que me hubiera gustado ver una o dos ediciones más.
Ahora queda el salto al otro lado del Atlántico, por lo que espero que El sueño de Justiniano siga dando guerra durante algún tiempo.

Un saludo

sábado, 19 de marzo de 2011

Lo difícil no es llegar a publicar sino mantenerse

Hola a todos,

La semana pasada comenté el tema de la novela con la que estoy liado actualmente (la del oficinista asesino) y, dado que no se trata de una novela histórica, se me ha ocurrido mientras mataba (literariamente) a una de las víctimas que la gente está bastante equivocada respecto a la publicación de novelas.

Hay dos tópicos fundamentales en la cabeza de cualquier persona desconocida a la que te presentan y le dices que eres escritor.

El primero es que, en cuanto le dices que has publicado un par de novelas te sueltan eso de:
- 'Estarás forrado ¿no?'
Pues no, la verdad es que no. No sólo no me he forrado con ambas novelas sino que juntando los beneficios de ambas ni siquiera tengo para el sueldo de un año como informático (y no es que gane un pastón como consultor)
Mucha gente piensa que publicar es una especie de puerta a la cueva de Alí-Babá, y que sacar un libro al mercado es sinónimo de lluvia de millones. Para muestra un botón: con un 10% de beneficio sobre precio de libro sin IVA (unos 2 euros por ejemplar vendido) la venta de 5000 ejemplares (1 edición completa) supone al autor la astronómica cifra de 10.000 euros. Como pueden ver, no da ni para ser mileurista. Eso sin contar con que se tardan 2 ó 3 años en escribir una novela histórica, así que esos 10k han de ser distribuidos entre esos años.
Como se puede ver, no es para forrarse.

El segundo tópico con el que te encuentras es el de:
- ¿Ya has publicado? Pues tu siguiente novela se la rifarán las editoriales ¿no?
Pues va a ser que no, que tampoco es el caso.
Y este punto es incluso más frustrante que el anterior. Resulta que después de publicar sigues sin tener nada asegurado, y cuando digo nada es nada. Lo único de lo que tienes garantía es que tu manuscrito sí se lo van a leer en tu editorial en lugar de ir al montón. Esto, aunque no es moco de pavo, tampoco es para tirar cohetes, no significa que te vayan a publicar. Si no les gusta la idea, la temática, la trama o el enfoque te dirán amablemente que verdes las han segado y que no es lo que buscan, que si puedes escribir de Filostros en lugar de Forlayos. No es que se trate de algo personal, no. Es cuestión de negocio, la editorial está para ganar dinero, y aunque tu novela te consiguiera la prez del mundo literario, si no es comercial te dicen que la publicará Rita (the singer)
Y si se te ocurre escribir algo que no vaya en la línea por la que te conoce la editorial (como le ocurre a un servidor, que se sale de la novela histórica) lo más probable es que tu novela, escrita con toda la ilusión del mundo, se quede en un cajón en espera de comenzar el famoso ciclo para intentar publicar, pero esta vez desde cero. A otras editoriales y agentes no les impresiona la publicación de un par de novelillas, por lo que tu manuscrito va directamente al montón.

Y esa es la cuestión principal que a veces me ronda la mente, que ahora estoy escribiendo una novela para la que no tengo nada seguro, y para la que, con absoluta probabilidad, tendré que comenzar una ronda de envíos a editoriales para ver si alguna se decide a publicarla.

No es éste un tema que trate de oídas. Mi novela 'República', que yo considero la mejor de las tres que he escrito, sigue en el baúl de las causas perdidas, junto a un taco de negativas de editoriales y agentes, lo cual no proporciona mucho ánimo para seguir probando fuera de la novela histórica, pero bueno, uno es cabezota y continúa inasequible al desaliento.

En fin, que seguiré con el oficinista loco hasta acabar la novela, y después Dios dirá...

Un saludo

domingo, 13 de marzo de 2011

Entre novela y novela

Hola a todos,

Tras darle muchas vueltas al asunto de mi siguiente novela histórica sigo sin decidirme. Resulta un poco frustrante, pero todas las alternativas tienen sus ventajas e inconvenientes y no hay ninguna por la que se incline la balanza de forma clara. Y lo peor de todo es que no sólo no descarto posibilidades sino que se van añadiendo algunas nuevas. ¡Así no hay manera!

Me he dado de plazo hasta verano para resolver el asunto. Si llega el momento y no he sido capaz de escoger una de las opciones me lo jugaré a los dados o a la carta más alta. Supongo que cualquiera pensaría que tal vez deba pedir consejo a algunos amigos, y ya lo he hecho, con el resultado neto de que... ¡a cada uno que pregunto le gusta una distinta!

Mientras tanto, para no perder el hilo de la literatura, he abierto varios frentes (como si no tuviera pocas cosas que hacer)

  1. Sigo buscando editorial para mi novela 'República'. Al parecer no debe ser lo suficientemente comercial para lo que se publica ahora. En cualquier caso no me rindo, está en estudio en dos editoriales. De todas formas, me estoy planteando que, si llega septiembre-octubre sin novedades, voy a subirla como e-book a Amazon. No creo que vaya a vender más de un centenar, pero siempre será mejor que circule a tenerla guardada en un cajón.
  2. Me liado la manta a la cabeza con un amigo y hemos realizado una propuesta en Antena 3 para una serie policiaca, de la que he escrito el primer guión. Tanto propuesta como primeros dos capítulos están ya en manos de la cadena, aunque ni mi amigo ni yo nos hacemos demasiadas ilusiones. El mundo de la televisión es una caja negra para nosotros, pero por probar que no quede. Caso de fallar como una escopeta de feria y que nos rechacen (lo que sería lo más normal) pasaré el guión a novela y a seguir probando.
  3. Con esto de comenzar a hacer guiones se me ocurrió un guión para una película. Aunque no lo he escrito tengo el boceto de todas las escenas. No he seguido porque estamos en lo de antes, luego no sé que hacer con el guión (además no es políticamente correcto) La alternativa está, nuevamente, en pasarlo a novela, pero tendría que ponerla a la cola.
  4. Pese a que últimamente no estoy escribiendo demasiado he comenzado una nueva novela en la que no tengo que investigar nada, simplemente me la invento según voy dando a la tecla. Trata de un oficinista cuarenton que se da cuenta que su vida es un asco y le da una pseudo-depresión de la que sale convirtiéndose en asesino. Es bastante truculenta, pero me mantiene activo mientras dilucido cuál será mi siguiente ladrillo histórico.
  5. Tras escribir un relato corto para el último concurso de Hislibris se me ocurrió que las seis hojas del relato serían un buen prólogo para una novela de espías en el París de la posguerra. Eso me indujo a cambiar el final del relato con lo que le resté credibilidad (quedándome fuera de los elegidos en el concurso) pero permitiéndome empezar con una novela que creo que podría tener un buen fundamento (como diría Arguiñano) Conclusión, he escrito casi veinte folios pero la he dejado hasta que termine la anterior (la del oficinista loco) porque soy consciente de que empezar demasiadas cosas no sirve más que para dispersarse y no acabar ninguna.
  6. Le he prometido a unos de mis sobrinos escribirles una historia en la que ellos sean los protagonistas. La tengo en la cabeza y he escrito un par de escenas, pero no encuentro tiempo para ello. Pero lo prometido es deuda, y antes o después tendré que sumergirme en un mundo de elfos, dragones y sobrinetes.

Y estas son sólo algunas de mis encrucijadas actuales. No sé si estoy tan despistado que voy pegando tiros a todos lo que se mueve, pero supongo que cuantas más opciones tenga más fácil será que alguno salga bien. Al final, lo único que tengo claro es que quiero dedicarme a esto, y si me quedo quieto viendo la tele seguro que no lo consigo.

La próxima semana más...

Un saludo

sábado, 5 de marzo de 2011

La fabricación de aceite en el antiguo Bizancio

Hola a todos,

Siguiendo con la línea de curiosidades bizantinas, hoy toca una breve reseña sobre el modo de fabricar aceite de oliva en Bizancio.

Ese oro líquido tan típico de nuestra mesa, y cuya exportación desde Andalucía ya generaba buenos ingresos en tiempos de los romanos, tenía un proceso de elaboración bastante peculiar.

El aceite de oliva se elaboraba en dos etapas. El primer aceite del año (recordemos que uno de los comienzos del año bizantino era el 1 de septiembre) se realizaba con aceitunas inmaduras o verdes llamadas omphakinon. Se elaboraba a mediados de octubre, y precedía al aceite normal, que comenzaba a procesarse con la recogida del resto de olivas en octubre-noviembre.

Había dos fases principales, separar el aceite de la carne y eliminar el fluido amargo o amurca del aceite. En ambos procesos era vital no aplastar el hueso, dado que eso empeoraba el sabor del líquido.

Para machacar las olivas se usaba el trapetum, una cuba circular con un eje intermedio sobre el que se cruzaba una viga de madera. A dicha viga se acoplaban dos ruedas de molino que giraban sobre el interior de la cuba. Las muelas estaban separadas del fondo y paredes de la cuba un dedo, de forma que se evitaba así machacar los huesos.

Una vez machacadas, se separaba el hueso de la pulpa y, de la pasta resultante se extraía el aceite. La pulpa se prensaba varias veces, de forma que, con cada prensado, se extraía aceite. Sin embargo, la calidad del producto era peor a medida que se prensaba la pasta.

Para realizar este prensado se echaba la pasta de aceituna dentro de una especie de barreño de piedra, en uno de cuyos lados disponía de una abertura que permitía al aceite deslizarse hasta un depósito a medida que se exprimía la pulpa. Una vez lleno el recipiente con la pulpa, se dejaba caer sobre ella un pesado cilindro de piedra que colgaba de una viga de madera. Dicha viga tenía uno de sus lados encastrado en un engranaje en la pared, de forma que quedaba fijo aunque permitía que la viga moviera su otro extremo arriba y abajo, efectuando el alzado del peso sobre la pasta o la presión en sucesivos prensados.

El líquido extraído de la pasta de aceitunas (alrededor de un 60% del peso de las olivas) no era directamente aceite. Más o menos dos tercios de ese líquido era agua, así como impurezas arrastradas. Sólo un tercio del jugo extraído era realmente aceite. En fin, ese líquido se dejaba reposar en un gran tanque excavado en el suelo, allí las impurezas caerían al fondo, y el aceite comenzaría a limpiarse solo. Una vez que se consideraba medianamente limpio, se vertía agua cuidadosamente en el tanque, de forma que el aceite flotaba sobre ella sin mezclarse de nuevo con las impurezas del fondo y salía hacia un segundo tanque de reposado por una abertura en la parte superior del tanque. Era una forma eficaz de extraer el aceite y traspasarlo a un segundo tanque donde finalizaría el reposado. De allí era vertido en ánforas para su venta y consumo.

Y como los bizantinos ya habían inventado eso del reciclaje, los restos de la pasta se usaban como alimento de los animales (normalmente era un burro el que tiraba de la prensa circular) mientras que los huesos de aceitunas se utilizaban como combustible para el fuego, igual que esas calderas tan modernas que nos quieren vender ahora como el colmo de la innovación...

Y eso es todo por hoy

Un saludo