viernes, 31 de agosto de 2012

Edición electrónica de El ocaso de Bizancio

Hola a todos,

Después de un veranito sin entradas en el blog, quiero apuntar la noticia de la salida a la venta de El ocaso de Bizancio en formato digital. El ebook de mi primera novela ya está disponible en internet al módico precio de poco más de 5 euros (varía un poco según la tienda):

http://www.amazon.es/ocaso-Bizancio-Historica-Bolsillo-ebook/dp/B008BM4NIE/ref=sr_1_2?ie=UTF8&qid=1346411060&sr=8-2

http://www.casadellibro.com/ebook-el-ocaso-de-bizancio-ebook/9788490190999/2008402

http://ebooks.fnac.es/el-ocaso-de-bizancio-salvador-felip/9788490190999

Varias veces he preguntado a la editorial por la edición de mis novelas en formato digital, así que espero que esta sea  la primera y que le siga en breve El sueño de Justiniano.

Hasta entonces, un saludo

miércoles, 27 de junio de 2012

La logística bizantina

Hola a todos,

Una de las razones de la supervivencia de Bizancio a partir del siglo VII fue el cuidado que el imperio puso en la logística y la administración. Heredadas del viejo imperio romano, el sistema de carreteras, aunque reducido y degradado en comparación con la red existente siglos atrás, permanecía como uno de los valores más eficaces para la distribución de recursos, muy superior a cualquier sistema de caminos que pudiera existir en el resto de Europa.

Los recursos se recogían a través de los impuestos, tanto en dinero como en especie, dependiendo de las necesidades del ejército en cada provincia y de cuantas tropas y animales de carga debían ser mantenidos. Hay que tener en cuenta que el efecto que un ejército ejercía sobre la tierra que le sustentaba era inmenso, hasta el punto que los manuales de la época ya incidían en la necesidad de dividir las tropas a su paso por el territorio antes de concentrarlas para la batalla. Un ejército de 20.000 o 30.000 hombres se dividía normalmente en cuerpos de no más de 4.000, e incluso así, proveer cuanto se necesitaba requería un gran esfuerzo de organización. Cuando se planeaba una campaña los oficiales locales y la autoridad central se ponían de acuerdo en la cantidad de suministros que debía aportar cada territorio, ya fuera grano, carne, aceite, vino, etc. Mientras que los alimentos eran entregados por las regiones en las que transitaban los cuerpos de tropas, el equipamiento militar de reserva se podía encargar a provincias más distantes. Como ejemplo, en la preparación de una campaña en el siglo X figuran peticiones de 200.000 flechas a la región de Tesalónica, 1000 lanzas para infantería pesada a la región de Hellas y 3000 lanzas ligeras al Peloponeso.


Orden de marcha del ejército bizantino en campaña, en territorio propio y en territorio enemigo
a) Exploradores
b) Vanguardia
c1) División de caballería centro
c2) Caballería, ala derecha
c3) Caballería, ala izquierda
c4) Caballería, segunda línea
d1) Infantería, centro
d2) Infantería, ala derecha
d3) Infantería, ala izquierda
d4) Infantería, retaguardia
e) Tren de asedio
f) Retaguardia
g) Emperador y guardia imperial
h) Exploradores a los flancos



Igualmente, los manuales incidían en aligerar la carga de los ejércitos prohibiendo que los oficiales llevaran sirvientes en exceso, aunque dichas normas no siempre eran respetadas. Entre los generales existían tanto comportamientos modélicos y frugales como estilos de vida en campaña lujosos y desmedidos. Por otro lado, si era el emperador quien salía de campaña, los lujos que le acompañaban imponían una carga logística suplementaria. Ya en el siglo IX el equipaje imperial necesitaba cerca de 600 mulas para su transporte, puesto que incluía cosas tan peregrinas como un baño 'turco' portátil.

El sistema, pese a la infinita burocracia que conllevaba y que fue creciendo a medida que pasaba el tiempo, logró mantener los ejércitos de Bizancio prácticamente hasta el siglo XII. Únicamente cuando la cuarta cruzada impactó de lleno en los cimientos del imperio, perdió Bizancio la capacidad de mantener un ejército en campaña.

Un saludo

martes, 12 de junio de 2012

La adaptación táctica de Bizancio a partir del siglo VII

Hola a todos,

Tal y como señala el título de la entrada, la táctica militar bizantina evolucionó a partir del siglo VII, cuando los enfrentamientos con el enemigo árabe comenzaron a forjar un tipo de guerra basada en el movimiento. La infantería perdió entidad poco a poco en favor de la caballería ligera, la kaballarica themata, que utilizaba mayoritariamente la opción de golpear y huir. Sólo el tagmata de Constantinopla disponía de unidades de caballería pesada.

Esta flexibilidad coincidió con la implantación del sistema de Themas, por el que eran los jefes provinciales los encargados de reunir las distintas unidades bajo su mando y proporcionarles el número de hombres de acuerdo a la tarea defensiva de su área. Eso implicó una gran variación entre unidades de distintos puntos, como se ve en los banda de infantería, que podían variar entre los 150 y los 400 soldados.

Los ejércitos de los distintos Themas se agrupaban en tourmai, drouggoi y banda. Cada tourma se estacionaba en una ciudad fortificada de la región, mientras que un bandon tenía su base en la localidad donde se reclutaban sus integrantes. Sin embargo, los ejércitos de los Themas, pese a su notable éxito en la defensa del imperio contra los asaltantes, tenían un gran inconveniente, la falta de profesionalidad de las tropas. Reunidas para campañas cortas y estacionales, y basadas en tácticas muy alejadas de los combates de masas, no eran útiles para combinarse en grandes ejércitos, por lo que carecían de capacidad ofensiva. Cuando, en el siglo X, Bizancio comenzó a cambiar su política de defensa por una más agresiva, algo que culminaría Basilio II, sus ejércitos se modificaron para adaptarse a esta nueva estrategia.

- En la imagen, orden de batalla del siglo X según tratados de la época:
a) pantalla de infantería ligera
b) Catafractas
c) Primera línea de caballería pesada
d y e) Guardia de flanco
f) Segunda línea de caballería pesada
g) Línea de reserva
h) Cuadro de infantería pesada
i) Monturas de reserva
j) Carros logísticos





Hizo su aparición nuevamente la infantería pesada, así como los soldados profesionales capaces de soportar largas campañas. Con nuevas formaciones y tácticas, que se alejaban de la formación defensiva en línea de la infantería precedente, los infantes recuperaron gran parte del terreno perdido en su pugna por la caballería. Renacieron las formaciones cerradas de picas para soportar cargas, así como el empleo de los infantes en labores ofensivas en batalla, en estrecha colaboración con los jinetes. En la segunda mitad del siglo X, el ejército bizantino había regresado a sus orígenes, asemejándose más que nunca a la máquina militar de la antigua Roma.

Pero la cohesión, la disciplina, el armamento y las tácticas no son suficientes para llevar un ejército siempre a la victoria, hace falta un líder experimentado que sepa utilizar esa perfecta máquina de guerra y, desafortunadamente para Bizancio, desde la muerte de Basilio II en 1025 se careció de alguien capaz para mandar al ejército. No sólo eso, la falta de visión y las pugnas internas, así como el deslizamiento de los recursos hacia el ejército de campaña, supuso que las milicias de los Themas fueran abandonadas y su entrenamiento negligentemente olvidado. A su vez, la necesidad de tropas experimentadas fue cubierta de manera creciente con mercenarios, de forma que, a las puertas del desastre de Manzikert en 1071, el ejército bizantino estaba formado por Pechenegos, Cumanos, Armenios, Normandos, Germanos, Francos, Varengos, Búlgaros, Georgianos o Alanos.

Para entonces, el ejército de Bizancio había dejado de ser bizantino.

Un saludo

lunes, 4 de junio de 2012

La mentalidad defensiva bizantina

Hola a todos,

Finalizado el periodo expansivo de Justiniano, Gibbons vio los siguientes siglos como una continua decadencia del imperio romano de oriente, como una mera cuesta abajo de Bizancio, salpicada por un puñado de pequeños picos en los que parecía que el otrora glorioso imperio trataba de recuperar su esplendor.

Sin embargo, la realidad es bastante más compleja que esa visión. Sí que es cierto que, a diferencia de otros imperios o reinos en esas mismas épocas, Bizancio daba la impresión de estar continuamente a la defensiva, de dejarse llevar por la inercia. Pero era una táctica bien calculada, de hecho, lo suficientemente buena como para permitir a Bizancio ser una potencia de primer orden durante 700 años y sobrevivir casi un milenio.



Ya en el siglo VII, el imperio había excedido con mucho la capacidad de sus recursos militares y económicos. Frente a árabes, eslavos, lombardos, búlgaros, ávaros e infinidad de otros pueblos, Bizancio apenas podía situar en el campo de batalla una fración del potencial militar de antaño. Uno a uno, cada enemigo era formidable, pero batirlos a todos a la vez era imposible. Por ello, los manuales militares bizantinos hasta el siglo XI proclaman a lo largo de sus líneas la necesidad de vencer sin luchar.

La primera línea de defensa del imperio no era militar, sino diplomática. La inteligencia no sólo proporcionaba información vital para alertar de las amenazas que se cernían sobre Bizancio, sino que permitía lanzar a un pueblo contra otro, retrasar una guerra hasta que otra hubiera finalizado y se liberara un frente o cambiar por oro unos años de paz. Era retrasar lo inevitable, pero proporcionaba tiempo.

Por otro lado, cuando el conflicto comenzaba, los generales bizantinos eludían las batallas, confiando en que el trabajo se facilitara con las condiciones del terreno, las enfermedades, el hostigamiento o las emboscadas. En un imperio menguante, encontrar reclutas era cada vez más complicado, por lo que las batallas campales suponían pérdidas difíciles de reemplazar. Lo mejor era evitarlas siempre que fuera posible.

En cualquier caso, si bien es cierto que este enfoque defensivo dio buenos resultados, muchos consideran que únicamente sirvió para prolongar la agonía, que Bizancio, pese a que, nominalmente, aún seguía reclamando los territorios perdidos mucho tiempo atrás, no sólo no logró enfocar sus recursos hacia su recuperación, sino que careció de la voluntad de lograrlo, lo cual fue un error fatal. Como ejemplo, se incide en el reinado de Basilio II, el Matador de Búlgaros, capaz de recuperar los Balcanes y de derrotar de manera decisiva a uno de los mayores enemigos del imperio sin desatender la defensa de otros territorios.

Si bien es cierto que una sucesión de buenos emperadores hubiera cambiado la historia, la realidad era que Constantinopla era el centro de una red de intrigas y que, por desgracia, no era el más capaz el que solía vestir la púrpura, sino el que disponía de los mejores contactos. Con eso en mente, una estrategia de guerras agresivas bajo el mando de emperadores inútiles sólo hubiera acelerado la destrucción de Bizancio. Por ello, es probable que fuera esa estrategia de defensa a ultranza la que garantizó que Constantinopla no se perdiera hasta mil años después que su predecesora, Roma.

En las condiciones en las que estaban, rodeados de enemigos y aquejados de una inacabable lucha de facciones internas, la defensa y la diplomacia eran las opciones más lógicas. ¿Por qué será entonces que, aún sabiéndolo, todos tenemos en mente el desesperado final de la antigua Roma? ¿Qué poder tiene esa imagen de las últimas legiones combatiendo entre la nieve frente al Rhin, sabiendo que no podían ganar y, aún así, firmes?

Aquellos que pierden luchando hasta el último aliento ejercen una extraña atracción. Tal vez sea eso lo que le falta a Bizancio para ser estudiado como se merece en los libros de historia. Al igual que le pasó a Cartago después de Anibal, Bizancio parece desvanecerse tras el reinado de Justiniano. Es posible que, de haber sabido cuál sería su final, los bizantinos hubieran preferido un imperio más corto pero cuajado de gloria, gloria ganada a golpe de acero y sangre en los campos de batalla.

Un saludo

domingo, 27 de mayo de 2012

Bucoleón, novela bizantina

Hola a todos,

Gracias a la generosidad de su autor, ha llegado a mis manos una nueva novela ambientada en Bizancio.

Bucoleón, de Vicente Baquero Vázquez (a quien envío un saludo desde estas líneas) es una novela en formato biográfico inspirada en un personaje real: Demetrio Cydonio, primer ministro de los dos últimos emperadores romanos, así como traductor de la Summa de Santo Tomás de Aquino al griego.



La edición es de 1998, de la editorial Ars Millenii, muy cuidada y con notable incorporación de mapas de situación y de la propia Constantinopla, donde transcurre la novela, ambientada en el Bizancio del siglo XIV.

Aún no he tenido oportunidad de comenzar su lectura, puesto que acabo de sumergirme en otro libro de temática bizantina, El Mármara en llamas, de Blas Malo, del que apenas llevo un centenar de hojas. En cualquier caso, a finales de junio tengo un viaje y creo que será el momento perfecto para adentrarme en esta novela que, seguro, será magnífica.

Un saludo

domingo, 20 de mayo de 2012

¿La legión romana moderna?

Hola a todos,

Buceando por internet me he encontrado un video muy curioso sobre el entrenamiento de la policía antidisturbios coreana. ¿Qué tiene eso que ver con las legiones? Muy sencillo, no hay más que ver el video para darse cuenta que no hemos avanzado mucho en dos mil años.



Aún hay muchas discusiones en los círculos académicos sobre el modo que tenían los legionarios de combatir, de relevarse en medio de la lucha, de adoptar una u otra formación, etc. Algunos incluso piensan que todo eso no es más que ciencia ficción y que al final las batallas eran muy enmarañadas, con los combatientes mezclados.

Bueno, espero que este video les haga reflexionar un poco a aquellos que piensan que en un combate cuerpo a cuerpo no se pueden mantener las líneas.

Un saludo

miércoles, 2 de mayo de 2012

El ocaso de Bizancio ahora en libro de bolsillo

Hola a todos,

Pues sí, de manera sorpresiva la editorial ha decidido sacar al mercado una edición de El ocaso de Bizancio en libro de bolsillo. Me enteré cuando me llegó a casa la caja con los 20 ejemplares de autor que marca el contrato para cada nueva edición, y la verdad es que me ha sorprendido bastante, puesto que mi primera novela está en los mercados desde 2008 y ya no tiene mucho tirón.



Yo esperaba que se publicara en formato electrónico en la nueva firma que tiene Ediciones B para la web, pero eso parece que aún va a llevar algún tiempo.

En fin, os dejo un enlace a una tienda por si alguno quiere animarse a comprar la edición de bolsillo:

http://www.amazon.es/Ocaso-bizancio-Historica-De-Bolsillo/dp/8498726352/ref=sr_1_2?ie=UTF8&qid=1335970877&sr=8-2

Un saludo

miércoles, 25 de abril de 2012

Recreación de la antigua Roma

Hola a todos,

Llevo un par de meses de aúpa, así que me está resultando muy complicado cumplir con la reseña semanal que subía a este blog, tanto que creo que llevo un mes y medio sin actualizarlo :(

En fin, voy a intentar recuperar la racha en lo posible y, para hoy, quiero compartir este video que recrea la antigua Roma en el año 320 DC

http://vimeo.com/32038695

Es corto, pero resulta bastante interesante. Agradecimientos a David por hacérmelo llegar.

Un saludo

jueves, 8 de marzo de 2012

Bizancio. El precio de situarse como encrucijada de dos continentes

Hola a todos,




Edward Gibbon, en su obra The decline and fall of the roman empire, presentaba la historia de Bizancio como una continua decadencia desde el esplendor de su inicio hasta su desencajado final, desde la gloria de una corte que dominaba el Mediterráneo hasta la caída de una ciudad de la que apenas quedaban las ruinas de su pasado. Para exponer ese tránsito, Gibbon presentaba varias razones. Algunas son válidas, otras no tanto, y deberían ser matizadas, al igual que su visión. Sin embargo, hay un punto en el que se deja entrever que uno de los motivos del éxito del imperio romano de oriente para sobrevivir a la caída de su hermano occidental, a la larga, también fue una de las causas de su final. Su posición geográfica.



Constantinopla se alzaba entre dos continentes, en el punto en el que se unen Asia y Europa. Esa localización le proporcionaba un pedestal inigualable para constituirse como la potencia dominante en el comercio Mediterráneo. Sin embargo, mantener una posición central también implica una terrible desventaja, tal y como Napoleón descubrió en Leipzig, y es que puedes ser atacado por todos lados a la vez.

A lo largo de sus mil años de existencia, pese a su marcada diplomacia, Bizancio se vio envuelto en un sin fin de guerras, muchas de ellas luchando en varios frentes al mismo tiempo. Cuando uno examina el número de enemigos a los que se enfrentó y la proporción que tenía en su contra, lo que extraña de Bizancio no es que no superara sus problemas, sino que lograra mantenerse como potencia durante un milenio.

En época de Justiniano el imperio gozaba de su máxima extensión, llegando a emular durante un tiempo la gloria de la antigua Roma. Sin embargo, era sólo un espejismo. En un solo reinado los bizantinos combatieron contra Persas, Vándalos, Ostrogodos, Visigodos, Francos, Ávaros, Beréberes, Nómadas y Lombardos. Sólo el imperio persa era tan poderoso como el propio Bizancio. Contra ellos sostuvieron no una sino varias guerras, al tiempo que combatían en los Balcanes, en Italia o contra el empuje de las tribus del norte de África.

Ya a comienzos del siglo VI apareció en el horizonte la imparable marea musulmana, que anegaría la mitad de los territorios imperiales, alcanzando en un siglo los confines del sur de Francia. El califato se convirtió en una amenaza constante que llegó a poner sitio a la propia Constantinopla, y que sólo remitió con la llegada de un enemigo aún más temible, los turcos.

En Italia, los lombardos destrozaron en pocos años los esfuerzos de décadas de guerras contra los godos. A ellos siguieron árabes, normandos, francos e, incluso, los propios hijos de Bizancio, convertidos en la república de Venecia y vueltos contra la tierra que les vio nacer.

Del norte llegaron los rus, los Varegos u hombres del norte, descendiendo de los amplios ríos de la estepa rusa hasta plantarse ante las murallas de la capital. Intercalados con estas hordas llegaron los ávaros, sólo frenados por la poderosa tribu de los búlgaros, quienes se convertirían en una pesadilla para el imperio hasta el reinado de Basilio II ‘el matador de búlgaros’, ya entrado el siglo XI. Y por si todo ello fuera poco, el golpe de gracia al imperio llegó en 1204 de la mano de los supuestos aliados cristianos, de un ejército de cruzados.



Rodeado por pueblos poderosos, atacado por varios frentes y desgarrado por luchas internas. Bizancio logró sobrevivir durante un milenio a cuantos ansiaron llenar sus manos con el oro que relucía en su capital. Mil años de gloria y de sufrimiento, mil años que a veces se resumen en un par de párrafos en los libros de texto, mil años que merecen más, mucho más. Labor nuestra es extraer unas gotas de esa titánica lucha y ponerlas a disposición de los lectores, para que un día, si la casualidad atrae sus miradas a nuestros libros, puedan saborear por un momento la magia de un tiempo en el que un pueblo luchaba con honor en la encrucijada del mundo.



Un saludo

domingo, 19 de febrero de 2012

Novedades bizantinas en marzo

Hola a todos,

Los que disfrutamos con la lectura de historias ambientadas en el antiguo imperio romano de oriente estamos de enhorabuena. El próximo 28 de marzo llega a las librerías de toda España la segunda novela de Blas Malo Poyatos, El Mármara en llamas, ambientada en nuestra querida Constantinopla durante el asedio árabe de inicios del siglo VIII. Tiene muy buena pinta, así que tendré que hacer un hueco en la pila de libros para incluir uno más :)

Os dejo la portada y la sinopsis.

Un saludo



"¡Constantinopla! El 15 de agosto del año 717 la capital del Imperio bizantino despertó desesperada al descubrir a sus puertas los ejércitos triunfantes de los Omeyas. Ese día, guiadas por el general Maslamah, las fuerzas del islam inician el más severo asedio que conocerá la ciudad desde que la fundara Constantino, y hasta Hagia Sophia llegan las voces de los almuédanos desde el otro lado de la imponente triple muralla de Teodosio.


Pero el basileus León III el Isaurio no es un hombre ordinario, y con su voluntad y energía está decidido a resistir a toda costa. Sabe que el imperio depende del genio de un único hombre de oscuro pasado, Calínico, un erudito oculto al mundo y con un gran secreto, quien ignora que desde su huida de Heliópolis años atrás alguien le sigue los pasos.

La ambición de un senador por ser basilopator, padre de emperador, pondrá en peligro las esperanzas del imperio, y cuando en las enigmáticas tierras de Egipto ese secreto quede comprometido, Irene, una traductora imperial con un pasado misterioso, y Casiodoro, aprendiz de Calínico, arriesgarán sus vidas para salvaguardar ese secreto antes de que lo descubran los árabes. Sin embargo, ignoran que está en juego no sólo el destino de un imperio, sino también el de sus propias almas".

domingo, 5 de febrero de 2012

El tiempo es oro

Hola a todos,

Pues sí, el tiempo, ese bien que damos por descontado en nuestras vidas y que se muestra tan escaso y esquivo que, si se pudiera poner en una balanza, pesaría mucho más que el más preciado de los materiales.

La cuestión es que para este servidor, que trata de abrirse camino en el mundo de las letras mientras paga la hipoteca con un trabajo en el sector informático, el mayor problema para sentarme ante un ordenador y ponerme a escribir no es la falta de ideas que podrían plasmarse con mejor o peor fortuna en novelas, sino la falta de tiempo para poder ejecutar tantos proyectos como tengo en la cabeza.

El hilo de esta entrada surge de algo que me viene rondando desde hace ya muchos años, una historia. Se trata de la 'macro-historia' que, supongo, todo novelista tiene en la cabeza, esa que no puede condensarse en un solo libro, sino que necesitaría toda una serie de volúmenes para poder plasmarse en papel. Cada día vuelve a mi imaginación, modificando una escena aquí y otra allá, cambiando uno o dos detalles, dejando cada cierto tiempo una imagen que hace que me pare y me diga a mí mismo ¡vaya, lo que se me acaba de ocurrir es magnífico! Pero siempre acabo igual, diciéndome a mí mismo que esta historia jamás verá la luz, jamás saldrá de mi cabeza. Puede que luego no fuera ninguna maravilla y sólo le gustara a unos pocos, pero me entristece pensar que no tengo opción para llevarla a cabo.

La cuestión es sencilla. Una novela lleva mucho trabajo, ya hice un cálculo aproximado de lo que cuesta escribir una novela histórica: http://elocasodebizancio.blogspot.com/2010/09/es-rentable-publicar-una-novela.html así que no volveré a repetirlo, pero si tenemos en cuenta una media de una página por hora (más casi otro tanto de revisiones, correcciones, cambios, etc.), escribir un libro de 1000 hojas casi supone el trabajo de un año, dedicado a tiempo completo. Si ese tiempo lo tengo que emplear en trabajar de informático me queda 1 ó 2 horas al día (en el mejor de los casos) que puedo dedicar a escribir. Demasiado poco para lo que quiero hacer.

En fin, que comienzo a entender a Pérez-Reverte cuando comenta en las entrevistas que tiene que seleccionar muy bien lo que quiere escribir porque no le quedan más que siete u ocho novelas por delante. En mi caso soy más joven, pero aún así empiezo a pensar que hay historias que jamás llegaré a escribir, y no me resulta fácil aceptarlo. Supongo que siempre queda la opción de que me toque la lotería, aunque lo veo difícil, sobre todo porque apenas juego, y así malamente...

Bueno, no queda otra que seguir batallando, con el aliento que da el recuerdo de los éxitos ya logrados y con las esperanzas de que, algún día, nos toque la varita de la fortuna.

Un saludo

domingo, 22 de enero de 2012

Novela para Kindle: República

Hola a todos,

Tras una buena revisión y conseguir que un amigo me hiciera la portada, el mundo de novelas en español para kindle dispone de una nueva obra pues ya se encuentra disponible al público mi novela 'República'.

Se puede encontrar (y comprar) en cualquiera de las tiendas de Amazon, realizando una búsqueda por 'Republica Salvador Felip' (sin las comillas) o en la siguiente dirección: http://www.amazon.es/Rep%C3%BAblica-ebook/dp/B006YW6DH2/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1326984167&sr=8-1




El precio es absolutamente asequible, sólo 2,68 euros. ¿Y por qué 2,68? pues yo también me lo pregunto, porque le puse 2,60, pero ya se sabe que los sistemas que diseña un informático son como el monstruo de Frankenstein, tienen vida propia. Tenía pensado ponerla a 1,49 pero había ciertas limitaciones en función de los royalties, en cualquier caso, no creo que sea un precio como para echar para atrás a los compradores. En mi caso, los que dicen que piratean porque los precios son caros ya no tienen excusa.

Para todos aquellos que disfrutáis de un Kindle como lector electrónico podéis descargarlo directamente en vuestro lector, puesto que mi libro se encuentra a la venta tanto en la web de España como en la web de EEUU (http://www.amazon.com/Rep%C3%BAblica-Spanish-Edition-ebook/dp/B006YW6DH2/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1326984408&sr=8-1)

Si no tenéis un kindle lo podéis leer (y comprar, que no se os olvide) igualmente, puesto que desde Amazon durante el proceso de compra se ofrece la posibilidad de descargar un programa de lector Kindle gratuito para PC, IPAD o lo que tengáis. Y si aún así no lo veis claro, como no le he añadido DRM podéis comprarlo, bajarlo al ordenador y convertirlo sin problemas al formato que más os guste para leerlo en cualquier otro sitio o imprimirlo. Así que no hay excusa, lanzaos inmediatamente a la compra de esta obra inigualable y a su lectura (o sólo a la compra, lo entenderé) y, si os gusta, no olvidéis comentarlo a cualquiera con el que os crucéis, ya sea en el trabajo, con los vecinos, en el metro o en una reunión social.

Por último, para aquellos que hayan leído alguna de mis obras anteriores, comentar que, en esta ocasión, no se trata de una novela histórica (ni de un ladrillo de 900 hojas) sino que es una novela ambientada en el futuro y que pretende ser una crítica social con mucho humor y grandes dosis de incorrección política. Quienes la han leído me han jurado y perjurado que es muy entretenida, por lo que espero que sea del agrado de todos (y si no lo es podéis decírmelo abiertamente)

Os dejo también un enlace al primer capítulo, disponible en mi web: http://www.salvadorfelip.es/doc/Republica_Cap1.pdf

Un saludo

domingo, 15 de enero de 2012

La oligarquía bizantina y su relación con el poder

Hola a todos,

Bizancio, obviamente, recogió del imperio romano tardío toda su estructura política, organizándose inicialmente como una jerarquía en la que la cúspide estaba representada por el emperador, representante de Dios en la tierra. El gobierno civil y fiscal se cedía a los prefectos del pretorio, cuyas amplias áreas de actuación estaban divididas en diócesis y provincias. En ellas, los grandes terratenientes se encontraban en continua lucha con el afán recaudatorio del estado, así como en pugna con el propio emperador, por los repetidos intentos de éste por limitar el poder de la aristocracia, algo que sólo podía ser contenido cuando la persona que se sentaba en el trono era un 'hombre fuerte', como pudo ser Justiniano. La iglesia, por otro lado, tanto por su situación como poseedora de un gran número de tierras, como por su implicación en la propia política del estado, era uno de los actores más poderosos dentro de la estructura del imperio bizantino. A fin de cuentas, el emperador era sustentado por Dios, lo que le obligaba a mantener la ortodoxia en sus dominios si no quería ser tachado de hereje. Sin embargo, a diferencia de la oligarquía, la iglesia no trataba de romper las riendas que le sujetaban al estado, más bien al contrario, intentaba que el estado alineara su actuación en beneficio de la ortodoxia.

En cualquier caso, esta estructura se transformó de manera radical entre los siglos VI y IX, por una serie de motivos, el más importante de los cuales fue la invasión musulmana de gran parte de los territorios de la antigua Bizancio. En apenas 12 años se perdió la mitad de los territorios del imperio y, dado que eran los más poblados, con ellos desapareció más de dos tercios de la antigua población bizantina.

Uno de los efectos de este tremendo golpe fue la ruralización del imperio. Hasta el momento, Bizancio había mantenido mucho mejor que la parte occidental la preeminencia de sus ciudades. Pese a que ninguna alcanzaba el tamaño de la capital, existían grandes centros urbanos, como Alejandría o Antioquía. Con la conquista árabe no sólo se perdieron muchas de esas ciudades, sino que las restantes urbes de Asia Menor perdieron población debido a los ataques, sobreviviendo sólo aquellas que tenían importancia estratégica o religiosa. Constantinopla se convirtió en una isla en medio de un mundo rural.

Dentro de esta ruralización, las élites aristocráticas, cuyas grandes posesiones en tierras les daban acceso a enormes recursos y población, comenzaron a desentenderse del estado y a caminar de manera independiente. Esta independencia se afianzó con dos aspectos importantes, la creciente sumisión de los agricultores a los dueños de la tierra y, por otro lado, el derecho concedido por el estado en el siglo XI a recibir los impuestos recaudados en algunos distritos a cambio de su contribución militar. A diferencia de lo ocurrido durante gran parte de la historia de Roma, los intereses de la élite dominante y del estado comenzaron a divergir en Bizancio. Los terratenientes buscaban incrementar sus rentas y posesiones, usurpando para ello el papel del estado en la recolección de recursos de los agricultores, al tiempo que solicitaban exenciones de impuestos a cambio de su contribución a la defensa. El estado, por su parte, entró en un círculo vicioso. La falta de recursos económicos ponía en peligro la continuidad del esfuerzo militar, por lo que recurría a la nobleza, la cuál, a su vez, solicitaba más exenciones y derechos a cambio de su ayuda, lo que implicaba un nuevo recorte de los recursos del estado.

El fin de esta espiral llegó a finales del siglo XI y comienzos del XII, cuando la familia Comneno alcanzó el poder con Alejo I. En este punto, el estado pasa a ser controlado por una de las propias familias terratenientes. De este modo, el interés del estado y el de los nobles comienza a converger de nuevo, logrando una unión de intereses que mantendrá en pie (aunque con pies de barro) al imperio hasta la invasión de los cruzados en 1204.

Un saludo

miércoles, 11 de enero de 2012

El nacimiento de una nueva potencia en el Mediterráneo

Hola a todos,

Venecia, la perla del Adriático, la ciudad de los canales. Muchos hemos paseado por su famosa plaza de San Marcos, rememorando el tiempo en el que esta mítica ciudad construyó un imperio en la parte oriental del Mare Nostrum. Sin embargo, no muchos siglos antes de su esplendor, la ciudad no era más que un conjunto de islas apenas pobladas.

Según cuenta la historia, los primeros habitantes de los islotes fueron exiliados, que huían de las devastaciones de Atila en el siglo V cuando atacó Aquileia. A ellos se sumaron nuevos emigrantes, expulsados de sus tierras con la invasión franca en tiempos de Narsés, y, sobre todo, con la entrada de los lombardos.

En la Venecia de los siglos VI y VII el grupo de islotes donde más adelante se encontrará el corazón de la ciudad (como Rialto) estaba prácticamente despoblado. El centro religioso se encontraba en Grado, el político en Heracliana y el mercantil en Torcello. Hasta este momento, la ciudad era tributaria de Roma y, más adelante, de Bizancio, que mantenía allí su administración. Su economía se basaba en la pesca y la extracción de sal, que se intercambiaba por trigo en Comacchio, a orillas del Po, puerto que sirvió de inspiración a los venecianos para el desarrollo de su urbe.

A finales del siglo VIII Venecia ya se ha expandido y su comercio comienza a ser pujante. Aún siguen bajo la administración bizantina, pero la presencia de un emperador alejado, que se limita a ratificar a los dux, no supone sino ventajas, puesto que, en la práctica, actúan de manera independiente, mientras que en los conflictos con el naciente imperio carolingio siempre pueden pedir ayuda a Constantinopla, como cuando sus mercaderes son expulsados de Rávena por Carlomagno, al que no reconocían como rey de los lombardos.

Sin embargo, las luchas políticas entre bizantinos y carolingios serán el entorno ideal para que Venecia corte amarras con su antigua dueña. En 805, los venecianos se han expandido por la costa dálmata, por lo que esperan que Constantinopla muestre su enfado. Ante esta posibilidad, envían embajadores a la corte carolingia para ponerse bajo la protección del emperador occidental, que anexiona la ciudad a su reino en Italia. Esto le daba la oportunidad de convertirse en potencia marítima, algo que desperto el inmediato recelo de Bizancio, donde se comprendió el peligro que podía representar una Venecia aliada de los carolingios. Constantinopla decide conjurar esa amenaza y envía una flota al mando de Nicéforo y obtiene la sumisión de los venecianos. Los traidores son entregados a la justicia y los leales a Bizancio recompensandos.

En 810, Pipino, rey de Italia, con la ayuda de la flota de Comacchio, recupera Venecia y la costa de Dalmacia, aunque por breve tiempo, pues los bizantinos envían una nueva flota que expulsa a los carolingios, quienes, finalmente, firman la paz con Constantinopla en 812, renunciando a un mar en el que no son enemigos de los imperiales.



Ese tratado de paz marca el inicio de la grandeza de Venecia. Por una lado, su pertenencia teórica al imperio bizantino le abre las rutas de oriente, al tiempo que le garantiza su autonomía, pues Constantinopla necesita su incipiente potencia marítima para luchar contra el Islam. Por otro lado, en el tratado de paz los carolingios renuncian a la posesión de Venecia, pero mantienen sus privilegios comerciales en occidente. De un golpe, la ciudad de los canales se convirtió en el nudo que uniría ambos mundos, por donde fluiría la riqueza del comercio durante los siguientes siglos. Su único rival, Comacchio, sería destruida en 875, allanando el camino a una época de esplendor sin igual.

El último giro de esta historia se daría en 1204, cuando la antigua vasalla manipuló a los miembros de la cuarta cruzada para desviaran su camino y destruyeran Constantinopla. Como símbolo de aquella nefasta hazaña, los cuatro caballos de bronce que coronaban la cuadriga de la victoria en el hipódromo de Constantinopla adornan ahora la basílica de San Marcos, recordando el día en el que una hija apuñaló a su propia madre.

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