sábado, 5 de febrero de 2011

El tercer género en Bizancio, los eunucos.

Hola a todos,



Retomando las entradas relativas a temas bizantinos, hoy quería tocar el tema de los eunucos, muy numerosos en la antigüedad y muy apreciados en la corte.

Cuando pensamos en eunucos, lo hacemos teniendo en mente a aquellos hombres a los que se les había extirpado sus órganos sexuales o, al menos, los testículos. Sin embargo, para los bizantinos, la definición básica de eunuco era cualquiera incapaz de procrear, mientras que la forma por la que esto no era posible era lo de menos. Por ejemplo, aquellos que tenían algún problema físico o psicológico que los hiciera impotentes, pese a ser físicamente completos, también eran considerados eunucos.

Los eunucos eran muy frecuentes en la corte debido a que, dado que no podían tener hijos, se consideraba que no acumularían cargos para dejárselos a los descendientes como en otros casos. Se les consideraba los sirvientes perfectos pues se creía que su falta de sexualidad les permitía volcar la inteligencia en las tareas encomendadas. Pese a ello, los nobles les odiaban por su acceso a la carrera y a puestos de gobierno, mientras que los clérigos envidiaban su facilidad para el celibato, pues los castrados jóvenes no tenían apetitos sexuales. Además, podían llegar al cargo de obispo (sólo se les negaba el acceso al patriarcado)

El desprecio que les profesaban se traducía en insultos como afeminado, barbilampiños, insanos o estériles. También se decía que los eunucos lloraban mucho porque habían perdido la capacidad de control de las emociones de los hombres, se les suponía un apetito desmesurado por la comida y bebida, así como al oro. Se suponía que se enfadaban con facilidad y se les acusaba de no mirar a los ojos al hablar, caminar con los miembros sueltos, hablar demasiado o reírse de manera impropia.

Los eunucos podían ser sexualmente activos tanto con hombres como con mujeres. Eso suponía una condena de la iglesia, pues se permitía el sexo sólo con fines procreativos, y si ellos no podían tener hijos la cópula sólo podía ser por vicio y placer. Se consideraba que eran sujetos pasivos en las relaciones con los hombres.

Las dos maneras principales de castración eran las siguientes: La primera se realizaba introduciendo al niño en un baño muy caliente hasta que los testículos se relajaban, luego se machacaban con los dedos. La segunda opción consistía en una pequeña incisión para quitar los huevos del saco escrotal. Se realizaban normalmente a partir de los 7 años.

Aunque dentro del imperio la castración estaba prohibida, muchos padres lo realizaban con sus propios hijos ilegalmente porque sabían que, si sobrevivía, tenía muchas opciones de entrar en la corte y, de ese modo, garantizar el sustento para toda la familia.


Y eso es todo por hoy

Un saludo

4 comentarios:

Blas Malo Poyatos dijo...

Eso es todo y no es poco, Salvador, como siempre fascinante.

Te dejo un enlace que te va a gustar: la historia de 12 emperadores bizantinos, relatadas en mp3 por un divulgador del Imperio Bizantino, Lars Brownworth.

http://12byzantinerulers.com/

¡Impresionante!

Salvador Felip dijo...

Hola Blas, muchas gracias por el enlace, tiene una pinta magnífica. A ver si esta tarde puedo hincarle el diente a alguno de los mp3.

Un saludo

Coriolis R. dijo...

Hola a todos.

Salvador, una vez más, una entrada tuya en el blog -como aquella de la oftalmología bizantina- ha terminado doliéndome. Instintivamente uno se lleva las manos a los... para protegerlos.

Afortunadamente era cosa de otras épocas. Quizá en la nuestra, aunque cada vez menos, determinados valores castrenses, como el valor -ese que se nos suponía- han residido, según el imaginario popular, en cierta parte del organismo masculino.
El General Espartero, cuyo arrojo era indudable, se dice que estaba tan bien dotado que hasta la reina Isabel II tuvo a bien pedirle algunos servicios, no estrictamente militares.

Por eso, a una mentalidad algo chapada a la antigua, puede sorprenderle que Narsés, un eunuco, pudiera ser, a fin de cuentas, un guerrero.

También sorprende que el piadoso y gran emperador Justiniano se casase con una mujer de orígenes... algo libertinos, por decirlo suavemente.

Pero, en fin. Digamos que ambos personajes demostraron que los prejuicios en su contra era absolutamente injustificados y sin ellos probablemente el esplendor del imperio Bizantino nunca hubiera sido tal como lo conocemos.

Salvador Felip dijo...

Hola Coriolis,

La verdad es que, ahora que lo comentas, parece que llevo una temporada de entradas con temas escabrosos. Intentaré que la siguiente sea un poco más ligera :)

Interesante lo que apuntas sobre los prejuicios, la verdad es que si Justiniano hubiese optado por una esposa más 'convencional' lo más probable es que su reinado no hubiese sido igual. Es más, seguramente hubiera salido por piernas durante la Nika...

Un saludo