La entrada de hoy versa sobre el que probablemente sea uno de los mejores sistemas defensivos de la antigüedad, las murallas de la capital del imperio bizantino.
Dejando de lado las defensas levantadas por los antiguos griegos, la primera muralla que protegió a los habitantes de Constantinopla fue la levantada por el propio Constantino, hacia 325, y que, de los tres lados que tenía la ciudad, defendía únicamente el expuesto a ataques por tierra. Esta muralla pronto quedó obsoleta, debido al gran crecimiento que experimentó la capital del imperio, extendiéndose la ciudad más allá de su primitivo cinturón de murallas.
En tiempos del emperador Teodosio II la seguridad de la capital se encontraba amenazada por las continuas correrías de Godos y Hunos, lo que impulsó al prefecto del emperador, Antemio, a impulsar la creación del mayor cinturón defensivo que jamás se hubiera ideado para una ciudad, creando, a lo largo de casi 20 años, la muralla que resguardó a los habitantes de Constantinopla durante más de un milenio.
La nueva muralla se erigió a unos dos kilómetros de distancia de la línea defensiva ideada por Constantino, para dar cabida al más de medio millón de personas que habitaban la urbe. En 447, apenas veinte años después de que fuera levantado el primer cinturón de fortificaciones, fue devastada por un terremoto, justo cuando Atila se encaminaba a saquear la capital del imperio, el decidido esfuerzo de los ciudadanos reparó los daños a tiempo de resistir la llegada del temido huno. Y no sólo arreglaron los daños ocasionados por el temblor, sino que a la muralla erigida por Antemio añadieron una segunda precedida por un foso, hasta alcanzar la famosa configuración de triple muralla que resistió durante un milenio los ataques de los enemigos del imperio.
Se ha de indicar que el punto en el que se unía con el Cuerno de Oro fue reformado, probablemente ya desde tiempos de Heraclio, para incluir el distrito de Blaquernas y la iglesia de María Theotokos, por lo que su configuración era distinta a la del entramado principal. Este tramo de las murallas recibió posteriormente un nuevo diseño, en tiempos de León el Armenio, hacia 813.
El tramo principal de las murallas se componía de los siguientes elementos:
- El primer obstáculo para el enemigo lo componía un foso de unos 18 metros de ancho, parcialmente inundable, en cuyo extremo corría un parapeto bajo que cubría el Peribolos, una zona libre a modo de camino para las tropas de unos 15 metros de ancho.
- Tras el Peribolos se elevaba la primera de las dos murallas, de 8 metros de altura y salpicada de torres cuadrangulares a intervalos desiguales. Entre ella y la muralla interior se encontraba el Parateicon, un nuevo pasillo de 20 metros de ancho por donde los defensores podían moverse de una sección a otra sin exponerse a los proyectiles enemigos.
- La muralla interior, la última de las tres líneas de defensa, suponía un formidable obstáculo para el invasor, con sus 13 metros de altura, cinco de grosor y torres de formas cuadradas u octogonales que se alzaban hasta 20 metros.
A la línea principal de murallas había que añadir las fortificaciones que defendían los dos lados expuestos al mar, aunque en este caso no se trataba de murallas tan impresionantes como las que se levantaban ante los ataques por tierra. Las fuertes corrientes hacían poco factible un asalto desde el mar de Mármara, mientras que una gran cadena protegía el Cuerno de Oro de cualquier flota.
Fue precisamente por las murallas del Cuerno de Oro por donde penetraron los cruzados en 1204, tras forzar la entrada en el resguardado brazo de mar cortando la cadena.
A lo largo de la historia, la triple muralla de Constantinopla resistió los siguientes asedios:
- Ávaros (626)
- Árabes (674)
- Árabes (714)
- Búlgaros (813)
- Rusos (860)
- Primera cruzada (1097)
- Cuarta cruzada (1204) Los cruzados tomaron la ciudad por la muralla del Cuerno de Oro, pero todos sus intentos contra la triple muralla fracasaron.
- Turcos (1396)
- Turcos (1422)
Hoy en día, gran parte de las murallas sigue en pie, incluso algunos trozos se han restaurado, tal y como se puede ver en la foto que tomé durante mi viaje a Estambul, aunque, desgraciadamente, la zona en la que se alza esta maravilla no es excesivamente recomendable para hacer turismo.
Y eso es todo por hoy
Un saludo
4 comentarios:
¡Feliz año Salvador!
Se dice que con la caída de Constantinopla terminó la edad media y yo creo que desde el punto de vista de la poliorcética así fue.
Tácticamente, las murallas no eran rival para la nueva artillería basada en la pólvora. Lástima. Constantinopla no pudo ver una nueva línea defensiva según la traza italiana.
No obstante, como sistema defensivo tardomedieval, la triple muralla de Constantinopla sólo tenía un punto débil, en mi opinión: la necesidad de una guarnición numerosa para cubrir todo el perímetro.
No obstante, el éxito de la infraestructura es notable. No creo que haya habido línea defensiva tan duradera en el tiempo. Que se lo digan a los franceses de la Maginot.
Y teniendo en cuenta cuando fueron diseñadas y construídas, fueron una obra de ingeniería formidable siendo el estado del arte durante casi un milenio. No sabría decir si la muralla china ha tenido el mismo éxito militar.
No obstante no hay bunquer que no caiga si el atacante es suficientemente decidido y cuenta con la fuerza suficiente.
Cayó Tiro, cayó Masada y otras tantas ciudades "inexpugnables".
Sin embargo, mantener una muralla como la de Constantinopla era mucho más barato que mantener un ejército capaz de proteger la ciudad activamente controlando el territorio. Sin la muralla, Bizancio no habría visto el siglo XV.
Saludos.
Hola Coriolis,
¡Feliz año!
La verdad es que el uso de la pólvora para actividades militares convirtió en obsoletas todas las murallas de la época. Aún así, hay que admirar la capacidad de resistencia que las defensas de Constantinopla mostraron frente a los turcos. El verdadero fallo en la caída de la ciudad, como bien apuntas, fue la falta de defensores.
Eso se ve bastante mejor con la siguiente muralla que defendía la ciudad, el famoso 'muro largo' a imitación del ateniense, que corría a lo largo de casi cincuenta kilómetros a un día de viaje de la ciudad. A la hora de frenar el asalto de los bárbaros aún en tiempos de Justiniano se mostró totalmente ineficaz, dado que no existían tropas para su defensa, y tuvo que ser la última intervención de Belisario la que salvara de nuevo al imperio.
La verdad es que la idea de la triple muralla es espectacular. Disponiendo de las tropas necesarias resulta imposible salvar ese obstáculo al asalto. Tal vez se hubiera podido realizar un minado con éxito, aunque ya lo intentaron los turcos en varias ocasiones fracasando.
La poliorcética da para mucho.
Un saludo
Hola Salvador,
El primer asedio de los árabes fue en los años 674-678, y el segundo, 717-718.
No es poco el mérito de construir unas murallas que cumplan su función defensiva durante mil años con éxito, soportando de forma casi ininterrumpida amenazas extranjeras, asedios, ataques con máquinas de guerra y terremotos.
A ver dentro de mil años, qué rastro de civilización dejamos nosotros para la posteridad (aparte de montañas de desperdicios y océanos de basura flotante)
Estoy deseando terminar mis correcciones para hincarle el diente a tu libro. ¿Salió ya la entrevista en la Gaceta?
Un saludo
Hola Blas,
Nosotros no creo que dejemos gran cosa. Precisamente, hace un par de meses vi un documental (creo que el título era: 'El mundo sin nosotros') que trataba sobre los restos que permanecerían de nuestra civilización y comentaban que lo último que resistiría el paso del tiempo serían... ¡las pirámides de Egipto!
En cuanto a la entrevista que yo sepa no, aún no ha salido. Aunque confieso que se me ha escapado algún número del diario. Esperaba que saliera antes de Reyes, pero veo que me van a dejar para mediados de enero.
Un saludo
Publicar un comentario