sábado, 24 de septiembre de 2011

Yarmuk 636 (V) La batalla

Hola a todos,



¡Por fin! La diplomacia, el primer arma con el que combatían los bizantinos, llegó a su fin. Tras meses de fútiles conversaciones, Vahan se decide a combatir a los árabes, comenzando una batalla que durará durante seis largos días.

DÍA 1:

Según la tradición que nos ha llegado, Vahan dividió sus fuerzas en veinte unidades, agrupadas a su vez en cuatro divisiones. A la derecha, al mando de Gregorio, se encontraba la infantería de élite, armada con grandes escudos que utilizaban para formar el ‘fulcum’, una especie de muro de escudos parecido al testudo romano. Según las fuentes árabes estaban ‘encadenados’ unos a otros, pero no deberíamos tomarlo literalmente, pues esa táctica no era conocida en Bizancio y, por otro lado, teniendo en cuenta que Vahan se planteaba atacar y no defenderse, sería difícil que sus tropas avanzaran correctamente atadas unas a otras.

Khalid Ibn al Walid formó a su vez treinta y seis grupos, unidos igualmente en cuatro divisiones a unos 1.500 metros de los bizantinos, distribuyendo a lo largo de toda la línea a sus arqueros yemeníes y dejando un grupo de caballería de reserva al mando de Zarrar.



Organizadas las líneas de batalla, tras las luchas entre héroes o campeones a las que las fuentes árabes dan tanto valor (sobre todo porque dicen que ganaron todas, aunque vaya uno a saber si era verdad) Vahan ordena un ataque a las nueve de la mañana en el que no emplea todas sus fuerzas, como si se tratara de un ejercicio de tanteo para comprobar el poder militar del enemigo.

DÍA 2:

Tras el tanteo del día anterior, Vahan decide lanzar un ataque serio justo antes de amanecer, esperando coger así al ejército enemigo desprevenido, en mitad de la oración. Sin embargo, Khalid había previsto la situación y dejó una guardia suficiente por la noche para que la treta bizantina no diera resultado, y su ejército pudiera incorporarse a las armas en mitad de la oración. El plan bizantino consistía en realizar un ataque sobre el centro para bloquearlo y presionar sobre ambas alas aprovechando la ventaja numérica para rodear a los musulmanes y aniquilarlos.



Al principio todo fue bien y ambas alas cedieron. Khalid envió su caballería de reserva al ala derecha, estabilizando ese frente, pero en su ala izquierda los bizantinos empujaron a los árabes hasta su campamento. En este punto, la leyenda dice que las mujeres de los soldados avergonzaron a los hombres que huían y obligaron a los árabes a volver y seguir peleando. El caso es que el frente se estabilizó lo suficiente como para dar tiempo a Khalid a reorganizar su caballería de reserva y llevarla al ala izquierda, conteniendo allí también a los bizantinos.




DÍA 3:

Tras el casi éxito del día anterior, Vahan decidió concentrar el ataque en su flanco izquierdo, cuyo terreno era más adecuado a la caballería. Tras iniciar el asalto, los árabes perdieron terreno con fuertes pérdidas, pero una nueva intervención de la caballería de reserva de Khalid restableció el frente.




DÍA 4:

El día decisivo de la contienda. Convencido de tener la victoria al alcance de la mano, Vahan decide insistir en la estrategia del día anterior, repitiendo el asalto al flanco izquierdo. De nuevo los bizantinos logran empujar a los árabes, aunque su ataque se rompe cuando Khalid divide su reserva de caballería en dos y realiza un movimiento de pinza sobre el centro de la línea de asalto bizantina, al tiempo que el resto de su caballería del ala izquierda golpea en el expuesto flanco izquierdo de la línea de Vahan.



En este punto el ataque bizantino se detiene y se recuperan las posiciones iniciales. Llegados a este punto uno se plantea la pregunta de ¿qué hizo la caballería bizantina mientras tanto? En el ala derecha, los arqueros a caballo acribillaron a los desprotegidos infantes árabes, hasta el punto de que en las crónicas recuerdan ese día como el ‘día de los ojos perdidos’. Sin embargo, en el flanco izquierdo, el del esfuerzo principal bizantino, la caballería de Vahan no supo detener el contraataque árabe. Es más, parte de los jinetes huyó del campo de batalla, arrastrando consigo el pánico en la unidad de reserva que custodiaba el único puente por el que podía retroceder el ejército de Vahan. De esa forma, los árabes pudieron cortarle la retirada a los bizantinos con sólo un puñado de jinetes.



DÍA 5:

Desmoralizados ante la resistencia árabe, los bizantinos solicitan una tregua para retomar las negociaciones. Este error convence a Khalid de que tiene la victoria al alcance de la mano. Niega la solicitud de Vahan y concentra toda su caballería en un solo cuerpo en el flanco derecho, con el que piensa golpear al día siguiente la izquierda bizantina.

DÍA 6:

Por primera vez a lo largo de la batalla son los árabes quienes toman la iniciativa. Khalid ordena un ataque general que contenga a la infantería bizantina mientras su caballería golpea el flanco, hace huir a los jinetes bizantinos y ataca por la espalda el flanco izquierdo de Vahan. Los infantes se desmoronan y huyen, pero su camino de salida está cortado por barrancos en los que se despeñan por miles según las crónicas, mientras los árabes les persiguen vengándose de las duras bajas sufridas en los días previos. Es el fin del ejército de Heraclio, que perderá la batalla, Siria y, posteriormente, todo el norte de África.






De Vahan no vuelve a saberse nada. Se especula con su muerte en la batalla o la huida, aunque algunas crónicas le sitúan como monje en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí. En cualquier caso, Bizancio ha dejado de ser el imperio que domina el Mediterráneo oriental. Apenas cien años después el Islam se encuentra a las puertas de Francia y de Constantinopla. El mundo cambió para siempre, y para ello, bastó una batalla.

Un saludo

domingo, 18 de septiembre de 2011

Yarmuk 636 (IV) la incógnita del tamaño

Hola a todos,




Pues sí, el tamaño sí que importa, ¡en los ejércitos, mal pensados! Uno de los eternos problemas a los que nos enfrentamos cuando se habla de una batalla ocurrida mil cuatrocientos años atrás, estriba en averiguar el tamaño de los ejércitos enfrentados. De sobra es sabido el interés de los cronistas que relatan la victoria de su bando por añadir unos miles de enemigos al contrario y restarlos de su lado, de forma que la hazaña conseguida fuera aún mucho más ilustre. Eso convierte las cifras de las fuentes en poco menos que ciencia ficción, y si no que lo digan los que escriben sobre la batalla de Gaugamela / Arbelas, en las que las tropas persas de Darío oscilaban entre los 140.000 y los 1.040.000 según el autor. Por tanto, para averiguar el tamaño de los ejércitos enfrentados, la única herramienta con la que contamos, aparte de ciertos conocimientos logísticos y poblacionales, es la lógica.

Según las distintas fuentes e investigaciones las cifras de tropas bizantinas oscilan entre los 15.000 – 20.000 hombres que proporciona Kaegi y los 200.000 que comentan las fuentes árabes de la época. Dado que los bizantinos superaban numéricamente a los árabes, es necesario conocer su número para averiguar el tamaño del ejército árabe, el cual también oscila mucho, llegando incluso a 24.000 – 40.000 según algunas fuentes.



Dado que saber el número exacto de combatientes es poco menos que imposible, nos conformaremos con dar una aproximación utilizando la lógica. Los 200.000 soldados de las fuentes son, obviamente, una exageración. En el culmen de su poder, durante el periodo de Justiniano, Bizancio contaba con unos 160.000 hombres distribuidos por todo el imperio, de los cuales sólo la cuarta parte eran tropas realmente fiables, el resto eran poco menos que milicias. De hecho, tenemos un detalle bastante preciso de los tamaños empleados por los ejércitos bizantinos en las conquistas de África, Italia, Persia y España, y siempre oscilaron entre los 15.000 y los 35.000 hombres. En tiempos de Heraclio, con las arcas vacías, tras el desastre del enfrentamiento con Persia y la reconstrucción posterior del ejército, es más que probable que la capacidad militar fuera aún menor, por lo que reunir 40.000 hombres en un solo punto de Siria se antoja una proeza. Los 20.000 hombres que indica kaegi parecen una cifra medianamente ajustada a la realidad. Además, se indica que, inicialmente, los bizantinos aventajaban a los árabes en una cantidad de 4 a 1, lo que, exageraciones aparte, arroja un ejército árabe de unos 5.000 – 7.000 hombres, que junto a los cerca de 6.000 que recibieron posteriormente como refuerzos deja un total de unos 11.000 – 13.000 combatientes, también cerca de la capacidad de los árabes en ese momento, quienes inicialmente no contaban con un enorme ejército y, además, debían contar con tropas de guarnición tanto internas como en previsión de un ataque sobre o desde Persia. Con estas cifras, el refuerzo árabe resulta significativo, tal y como las crónicas nos dicen que fue, mientras que si los árabes hubiesen contado con 30.000 hombres, incrementarlos en una quinta parte contra un ejército bizantino de cerca de 100.000 efectivos hubiese sido insignificante.



La última prueba que podríamos considerar para calcular el tamaño del ejército es la siguiente. Según las crónicas, el ejército del general bizantino tenía un frente de unos 13 kilómetros, mostrando Vahan su preocupación por cubrir un frente tan amplio con sus efectivos. Si su ejército hubiera contado con los 80.000 – 120.000 hombres que le asignan algunos autores, no hubiera tenido el más mínimo problema para cubrir dicho frente con una línea continua de ¡hasta 9 hombres de fondo! Sería un frente continuo más nutrido que una falange griega ¿cómo podría estar entonces Vahan preocupado? Igualmente, si hubiese dispuesto de 80.000 hombres contra 20.000 ó 30.000 árabes, ¿cómo hubiera podido perder una batalla en la que dispusiera de 50.000 tropas de ventaja. Por muy buena que fuera la caballería árabe sería imposible evitar un flanqueo y el consiguiente ataque por la espalda sobre el frente principal.

En definitiva, las cifras más creíbles sobre el ejército bizantino deberían oscilar entre los 20.000 y 25.000 hombres, mientras que los árabes no debieron juntar en el campo más de 15.000

La semana que viene, la última entrega…

Un saludo

domingo, 11 de septiembre de 2011

YARMUK 636 (III) La campaña previa a la batalla

Hola a todos,



Continuando con la batalla de Yarmuk, hoy hablaré de la campaña previa que condujo a la gran batalla, y de los movimientos de ambos ejércitos hasta llegar al combate decisivo.


Desde Julio de 634 a Septiembre de 635, las incursiones árabes se sucedieron en Siria. El primer encuentro de importancia entre bizantinos y árabes se dio en Ajnadayn, el 30 de julio de 634. La batalla, tal y como ocurre con la mayoría de combates de la época, se encuentra mezclada con varias leyendas, por lo que apenas conocemos unos pocos hechos. Lo indudable es que las bajas fueron cuantiosas por ambos bandos, y que los bizantinos fueron derrotados aunque lograron evitar el desastre. La mayoría de las unidades lograron retirarse del campo de batalla pese a que varios de los líderes del ejército fueron capturados o muertos.

Una vez derrotados los bizantinos, el camino hacia el centro de Siria quedaba expedito a los ejércitos árabes, que se adentraron en el territorio tomando las ciudades y fortalezas de Pella, Scythópolis y Tiberius, también en batallas envueltas en leyenda. Una de ellas comenta la muerte de Khalid Ibn Sa’id, líder de los árabes, que se había casado el día anterior a la batalla. Según la historia, al enterarse su mujer acudió al combate vistiendo aún el velo nupcial.

Estas historias de tipo heroico tienen en los textos que nos ha legado la historiografía árabe casi más importancia que los propios hechos, pues dichas leyendas forman el cuerpo de los relatos, teniendo que extraer la realidad a través de tan veladas historias. De hecho, es una de estas historias la que conduce a la caída de Damasco en manos de los árabes.



Tras las victorias en la zona central de Siria, los ejércitos árabes se reunieron en torno a Damasco, manteniendo su asedio durante seis meses, durante los cuales derrotaron a una columna de caballería bizantina que trataba de auxiliar la ciudad, así como las varias salidas que efectuaron los defensores, a quienes los árabes describen en sus crónicas como muy valientes. Al parecer, un tal Jonás, enfadado porque el asedio había interrumpido su boda (menuda excusa se buscó el chaval para convertirse en traidor) reveló a los árabes que el día 18 de septiembre se celebraría una fiesta religiosa con procesión en la que sólo unos pocos guardias custodiarían la muralla, con lo que los árabes pudieron tomarla por asalto. Según el relato, Jonás se encontró de nuevo con su novia, pero ésta se suicidó antes que casarse con un traidor, por lo que Jonás se convirtió al Islam y murió en Yarmuk. Doy por hecho que esta historia es más falsa que un hipopótamo verde oliva, pero es probable que se escribiera basada en algún tipo de traición real.



En Noviembre, tras la conquista de Damasco, cayó Emesa, pero cuando los árabes continuaron hacia el norte de Siria se toparon con la contraofensiva bizantina, que les expulsó hacia el sur, obligándoles a renunciar a sus nuevas conquistas, abandonando tanto Emesa como la propia Damasco. Durante tres meses, ambos ejércitos se mantuvieron frente a frente en las cercanías de Yarmuk, mientras los bizantinos trataban de comprar a los diferentes líderes árabes, sin éxito. En el momento inicial, la ventaja numérica de los bizantinos se contaba como tres o cuatro a uno, aunque es probable que fuera una exageración. En cualquier caso, el general bizantino Vahan, contaba con debilitar a su enemigo o comprarle para que abandonara voluntariamente el territorio. Sin embargo, lejos de conseguir su objetivo, concedió tres meses de cuartel que los árabes utilizaron para reforzar considerablemente su ejército con diversos contingentes de tropas, mientras que era entre los propios bizantinos donde comenzaban las disensiones, incluso con peleas entre las propias unidades.

Finalmente, dado lo fallido de su táctica hasta el momento, Vahan se dispuso a atacar.



Un saludo

domingo, 4 de septiembre de 2011

YARMUK 636 (II) Los ejércitos enfrentados

Hola a todos, continuando con la entrada sobre Yarmuk, hoy toca hablar un poco sobre los ejércitos que se jugaron el destino de oriente durante aquel combate:


Bizantinos



En el siglo VII, el ejército bizantino estaba compuesto por mercenarios. En tiempos de Heraclio, gran parte de la tropa era originaria del interior del propio imperio, pero años de conflictos habían hecho mella en sus filas, por lo que se había dado un gran impulso a la alianza con pueblos ‘bárbaros’, incluidas tribus árabes y armenios. Estos aliados extranjeros formaban el núcleo de la caballería ligera.

El ejército bizantino, comandado por el propio emperador, estaba formado en su parte más básica por una unidad conocida como tagma, de 300 hombres. 10 tagmatas formaban un meros o regimiento y 3 meros formaban un ejército. Existe cierta discrepancia sobre la aparición del que se será el centro de la organización militar bizantina posterior, el thema. Hay datos que llevan a pensar en su aparición en 628 en Anatolia, aunque, de ser cierto, no sería una estructura tan desarrollada como lo fue posteriormente.

La férrea disciplina romana de antaño no había tenido continuidad en los ejércitos bizantinos de la época, mientras que el armamento y la capacidad combativa variaba mucho de unas unidades a otras. La caballería estacionada en Armenia suponía la élite del ejército de Heraclio, pero el núcleo de la tropa lo formaban lanceros a pie.




La táctica bizantina estaba fielmente reflejada en el Strategikon del emperador Mauricio, tratado que indicaba la organización de los ejércitos de la época. En ella, se especifica el ataque de la caballería, formada en grupos de Cursores en los flancos (arqueros a caballo) y un grupo de Defensores en el centro (Escoltas de los anteriores) Dado que el arco se disparaba hacia la izquierda, las tácticas de caballería buscaban flanquear al enemigo para atacarle por su derecha, cogiéndole indefenso. Respecto a la infantería, se articulaba en cuadros, rodeados por arqueros a pie y con el frente formado por lanceros con escudos cuadrangulares de casi metro y medio de alto. Los arqueros seguían aún las tácticas sirias, es decir, las primeras líneas disparaban a las patas de los caballos enemigos, mientras que los que estaban detrás lo hacían sobre los jinetes, para evitar que sus escudos pudieran proteger a hombre y montura al tiempo. Los infantes deberían llevar armadura, pero debido a la carencia de hierro que aquejaba al imperio, la mayoría sólo contaban con la protección de un yelmo y del escudo.



Árabes



No mucho se sabe de los ejércitos árabes de aquella época. Al parecer, los hombres eran reclutados de las diversas tribus, aunque la estructura y organización de la tropa no seguía esa base más que a un nivel muy básico. Por encima se creaban niveles de mando desde el amir hasta los comandantes de campo. Pese a la idea generalizada de los árabes como unidades de caballería organizadas en qatiba o escuadrones, muchos de ellos combatían a pie.

Las tácticas iniciales que emplearon los árabes fueron, probablemente, copia de las de Bizancio y el imperio Sasánida, aunque de éstos últimos les diferenciaba la insistencia de sus arqueros por preferenciar el tiro más lento y potente, como los bizantinos, en lugar de la rapidez de las descargas como en el ejército sasánida. En lo que los árabes tenían neta superioridad era en sus movimientos estratégicos. Acostumbrados a actuar sin largas colas de suministros, podían penetrar en profundidad sobre terreno enemigo o retroceder al desierto gracias a sus conocimientos de las fuentes de agua y pozos.



Las tácticas árabes en los inicios del Islam se basaban principalmente en situar a la infantería en línea en fuertes posiciones defensivas, manteniendo a la caballería en alas y retaguardia para flanquear al enemigo en cuanto se hubiese desgastado. Los infantes se protegían con grandes escudos, a tenor de las heridas que detallan las crónicas, sobre todo en parte baja de las piernas, cabeza y cuello. Dada la procedencia de las tropas, no existía un equipo unificado, aunque se tiene la certeza de que, pese a no alcanzar los estándares bizantinos o persas, los combatientes estaban bien armados.


Un saludo